Edel Villalonga: ‘No se puede quedar bien con Dios y con el diablo en un mismo párrafo’

Edel Villalonga – Palomitas de maíz

Señor Villalonga, su novela propone un banquete narrativo donde lo sórdido se vuelve protagonista. ¿Cuál fue el mayor reto al equilibrar lo estético con lo visceral?
Honestamente no fue tan difícil porque la vida es así: lo bello no siempre es bueno y lo bueno no siempre es bello. Solo me mantuve fiel a su esencia. Lo marginal a veces se maquilla con lo sensual y atractivo, pero en el fondo es putrefacto y destructivo. El bajo mundo radica tanto en el cuerpo como en el alma.

La estructura narrativa de Palomitas de maíz parece diseñada para desestabilizar al lector. ¿Fue intencional ese efecto?
Totalmente. Mover la casa, el piso y sus muebles fue la intención, de lo contrario no hubiese surtido efecto en este caso.

¿Cómo dialoga esta obra con su anterior producción literaria, especialmente con La masacre de las Adelfas?
La gente y sus traumas. Hay un hilo conductor humano y social que las conecta, aunque de formas diametralmente opuestas en cuanto a la trama, pero siguen siendo las personas y sus conflictos los que mandan en ambos casos.

Usted estudió Lenguas Extranjeras y una Maestría en Estudios Socio Culturales del Discurso. ¿En qué medida su formación académica influye en la elección del lenguaje y el ritmo narrativo?
Contar una historia requiere de una voz que sirva de moderadora y la conduzca por el camino deseado: ese es mi yo académico. La otra voz, la de la acción y el desenlace, está determinada por mi experiencia cultural. Los personajes utilizan su jerga y se relacionan siguiendo sus propios códigos ambientales que, de no ser cubano y entender la dinámica social en la que estos ocurren, sería casi imposible dar un nivel de autenticidad creíble.

La novela invita a reflexionar sobre la responsabilidad moral de nuestras decisiones. ¿Cree que la ficción puede ser un laboratorio ético para el lector?
Seguro que sí. Una buena historia puede afectarte de maneras insospechadas, oprimir el botón de tu sensibilidad y abrir tus chacras emocionales. Las vivencias ajenas, si bien contadas, nos pueden tocar a todos y moldear nuestra conducta dicho sea el caso.

En el libro hay una tensión constante entre lo íntimo y lo social. ¿Cómo logra que esas dos dimensiones no se anulen mutuamente?
Como decimos en Cuba: lo bueno es lo bueno, pero no lo demasiado. Se trata de equilibrar las emociones poniendo la dosis exacta de cada una de ellas. Por ejemplo: aunque hay escenas de sexo, Palomitas no es una historia erótica por lo que es improductivo recurrir a ese elemento constantemente para articular el relato. Por otro lado, a pesar de que hay un homicidio, sus personajes no son asesinos en serie ni su motivación principal es el asesinato per se, entonces sería excesivo ensangrentar cada página del cuento para añadir más violencia. Así sucesivamente con cada uno de sus elementos dramáticos.

Su enfoque realista se adentra en temas incómodos. ¿Dónde traza la línea entre la honestidad literaria y la provocación?
Si el relato es bueno y consistente una cosa llevará a la otra puesto que la honestidad implica despertar cierto nivel de incomodidad. No se puede ser fiel a uno mismo sin molestar a otros. Tampoco hay veracidad en la provocación desprovista de realidad, la historia perdería todo su atractivo puesto que la mentira tiene patas cortas. Por lo tanto, hay que ser honesto: no se puede quedar bien con Dios y con el diablo en un mismo párrafo.

¿Considera que la literatura latinoamericana actual está dispuesta a mirar de frente lo oscuro o todavía hay cierta autocensura?
Parte y parte. Mirar de frente a lo oscuro implica tomar la decisión de ser uno mismo y alejarse del protocolo, pero entiendo que esto último tenga repercusiones individuales de toda índole. La autocensura, por otra parte, va de la mano del mercantilismo que también debe tener su espacio ya que no solo de pan vive el hombre. Habría que sentarse cada quién consigo mismo y decidirlo tomando en cuenta aquellas variables que más nos afecten, pero lo cierto es que no podemos dejar de escribir.

Finalmente, ¿cómo imagina la vida de Palomitas de maíz dentro de diez años: como una obra de culto, una referencia académica o una historia que sigue incomodando?
Simplemente, como una excelente historia.

Edel Villalonga – Palomitas de maíz
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