Querido aficionado a la lectura: Tú que siempre has soñado con escribir. Sales a pasear, solitario, por un parque y te surge una idea. La vas madurando durante el recorrido que te lleva de vuelta a casa, la plasmas en un papel y comienzan los bocetos, y los borradores…
Pasas días y días en el ordenador. Lees, borras y sustituyes. Relees y vuelves a borrar y vuelves a sustituir. Y aquella idea va tomando forma, y la vas convirtiendo en una narrativa con los tintes y directrices que has gestado en tu mente.
¡Ya está! Acabas de poner el punto final. La relees por última vez y le das tu particular visto bueno. La envías a una editorial (con todas las reservas y miedos existentes) y esperas la respuesta de ésta. Resulta que la respuesta es afirmativa y la crítica literaria de la editorial pone sobre tus espaldas aquellas alas que te faltaban para volar sobre tu inimaginable andadura literaria. Te llega ese primer libro que hojeas con expectación y cariño —casi se te saltan las lagrimas.
Llegan más cajas, más libros, pero aún no eres consciente de que ese libro, esa obra en concreto, va a cambiar tu ego personal, algo que parecía estar oculto y que ahora quiere asomar con fuerza por la cabeza. Con toda la modestia del mundo y todos los miedos que se adhieren a tu persona ante lo desconocido, vas recorriendo el camino que te ha ido forjando la publicación de ese libro.
Y llega el momento en que sin saber cómo, sin ser consciente de lo sucedido, tu obra “ARDID” ha conseguido ser galardonada como el mejor libro del año 2024 en la categoría de relatos. Estás eternamente agradecido al jurado, a la editorial que te ha permitido vivir un sueño inimaginable. Y te acuerdas de todos aquellos que te han apoyado a seguir escribiendo, a seguir disfrutando de esta loca locura. Y vuelves a leer tu propio libro en busca de algo que te inspire para conocer a qué se debe el logro conseguido. Y quieres elegir uno de los once relatos que lo componen, pero no te decantas por ninguno; son todos tan distintos entre sí… Y cierras el libro, ésta vez con mimo y cariño. Y lo abrazas. Te sientas en tu escritorio y lo pones a tu lado. Y abres un cuaderno de notas: añades, borras y sigues escribiendo. Estás comenzando a parir un nuevo libro, pero esta vez te acompaña cerca de tu mano derecha ese libro que tantas alegrías te ha aportado.
Desde esta perspectiva animo a todos aquellos escritores desconocidos, como yo, a que sigan adelante con su pasión, con la afición más bonita del mundo: la escritura. Siempre encontrareis a lectores, plataformas y editoriales dispuestas a tenderos la mano para que podáis tener la posibilidad de hacer realidad vuestros sueños