- En tu poemario Dos edades del alma, exploras temas como el amor, el desamor y el paso del tiempo. ¿Podrías compartir con nosotros cómo surgió la inspiración para estos temas y cómo han influido en tu proceso creativo?
“Dos edades del alma” no es el fruto de una inspiración sino la suma de muchas de ellas a lo largo de mi vida, desde la adolescencia hasta la edad adulta, de ahí el título de mi poemario.
La inspiración para todos mis poemas surge casi siempre de situaciones personales y alguna que otra vez después de haber soñado. Un ejemplo de esto último es el poema “Niña salvaje”.
- A lo largo de tu carrera, has mostrado una profunda admiración por la poesía del Siglo de Oro a través de tu proyecto Quevedo 2.0. ¿Cómo ha influido esta pasión en tu propia escritura y en el tono de Dos edades del alma?
Después de tantos años pegado a Don Francisco es inevitable que el lector encuentre en alguno de mis textos algún eco o influencia de la lírica aurea, sobre todo en los poemas escritos a partir de 2015.
- En la introducción de Dos edades del alma, encontramos versos que combinan sencillez con un lenguaje más complejo. ¿Cómo decides cuándo usar cada estilo en tu poesía, y qué efecto esperas lograr en el lector con esta combinación?
No es algo que decida antes de ponerme a escribir. Siento que cada emoción que me inspira, cada imagen que quiero trasladar a palabras, me dicta de algún modo la forma de hacerlo. A veces resulta evidente de qué estoy hablando y otras no tanto. Esto último es un efecto que me gusta causar en el lector: cierta incertidumbre sobre de lo que habla el poema o intento transmitir. Me gusta que tengan que leerlo una y otra vez y lleguen a sus propias conclusiones.
- La musicalidad de tus poemas parece ser una característica destacada en Dos edades del alma. ¿Puedes contarnos más sobre cómo trabajas la métrica y el ritmo en tus escritos para lograr este efecto?
No me siento atado a ninguna métrica, estrofas, etc, cuando escribo. Si es cierto que prefiero los versos de arte menor y rima asonante, pero eso no quiere decir que en mi obra no haya un poco de todo.
- A través de Quevedo 2.0, has llevado la poesía del Siglo de Oro a un público moderno con un enfoque renovado y humorístico. ¿Qué desafíos has encontrado al adaptar esta poesía clásica a las redes sociales, y qué te ha enseñado esta experiencia sobre la recepción del público contemporáneo?
Más que la poesía he ido intentando adaptar el personaje a los tiempos actuales y al lenguaje y códigos de las redes sociales. Al principio fue difícil encontrar el tono y el equilibrio adecuados.
Del tiempo que llevo con Quevedo 2.0 he aprendido que conocer sobre un personaje histórico o cualquier cosa nunca es aburrido, solo hay que saber divulgarlo de manera atractiva. De hecho mi personaje se menciona en algunos libros de texto, cosa que me alegró mucho cuando lo supe.
- El paso del tiempo es un tema recurrente en tu obra. En tu opinión, ¿cómo ha cambiado tu percepción del tiempo a lo largo de tu vida, y cómo crees que esto se refleja en Dos edades del alma?
Con los años uno deja de ver el paso del tiempo más como un sabio maestro que como a un invencible enemigo que nos aboca al “postrero día”, que diría Don Franciso. Eso se puede ver a lo largo del poemario y es un buen indicador para saber si el poema está escrito en mi etapa adolescente y de juventud o en la adulta.
- El poema como forma de expresión es muy personal y puede variar significativamente entre autores. ¿Qué consideras que distingue tu voz poética de la de otros poetas contemporáneos y clásicos?
Vaya… Esta sí que no me atrevo a contestarla. Mejor se lo dejamos a los críticos y eruditos. Yo me conformo con que a mis lectores les gusten mis versos, les conmuevan, se identifiquen en ellos o les hagan reir, que también los hay cargados de humor.
- Mirando hacia el futuro, ¿qué proyectos o temáticas te gustaría explorar en tus próximas obras? ¿Hay algún nuevo desafío literario que estés ansioso por enfrentar?
Me gustaría probar con la prosa. Relatos cortos, alguna novela corta. Mientras me atrevo seguiré escribiendo poemas cuando las musas tengan a bien acordarse de mí.