Tu novela plantea un mundo donde el tiempo y la realidad parecen funcionar de manera distinta. ¿Cómo construiste las reglas de Villa Edén y qué referencias literarias o filosóficas te influenciaron en este proceso?
Todo está medido y supervisado de forma que cada pieza encaja igual que en un rompecabezas. El contenido de una fórmula no se da a conocer, es lógico. Solo diré que cada maestrillo tiene su librillo, y yo tengo unos métodos muy claros: la improvisación, tal y como estoy haciendo ahora en esta estupenda entrevista.
En «Villa Edén», el protagonista enfrenta grandes desafíos y peligros, pero también momentos de humor. ¿Cómo decides cuándo introducir estos contrastes en la narración?
Reitero que el humor y la alegría son sinónimos de bienestar. Por supuesto, dentro del humor a veces nos encontramos con fases que emulan lo contrario: dolor, crueldad, maldad. La narración es producto de un buen escritor que describe como una imagen todo lo que va surgiendo.
Los demonios y fantasmas tienen un papel clave en la trama. ¿Qué significado simbólico tienen dentro de la historia y qué querías transmitir con ellos?
Todo nace de la ambición de poseer el poder, de la envidia por tener los bienes que otros poseen. Demonios y fantasmas son el origen de la oscuridad de un lugar llamado Tiesincona, tierra sin color natural.
El concepto de un «lugar de tránsito inusual» es intrigante. ¿Has sentido en algún momento de tu vida que estabas en un espacio fuera de lugar o del tiempo?
Todos solemos estar en un espacio y un tiempo no real. Los escritores, o mejor dicho, yo mismo, a veces tengo la sensación de que, cuando escribo una historia, intento entrar en el personaje. Es como hoy en día con los juegos galácticos, donde al colocarte unas gafas puedes sentir que realmente lo que ves lo estás viviendo en ese preciso momento.

Tu obra parece mezclar mitología, ciencia ficción y fantasía. ¿Qué géneros te han influenciado más como escritor y cómo los combinas en tu estilo narrativo?
La novela de la que estamos hablando tiene un abanico de posibilidades. La ficción se palpa, la aventura se vive intensamente. Es como si tuvieras un manual u ordenador que te ordenara todo lo que debes hacer paso a paso.
Uno de los temas de la novela es la adaptación a un entorno hostil. ¿Qué crees que puede aprender el lector de la experiencia de Manuel en Villa Edén?
Es lógico que pocas veces podamos enseñar algo al lector. En este caso, lo que hago es salirme de un guion y exponer una historia que jamás antes nadie había leído o visto en imágenes.
El protagonista encuentra ayuda en personajes como Los Rompeolas y Lady la Perra. ¿Qué importancia tiene la amistad y la lealtad en tu narrativa?
La familia es un eslabón de una cadena que, si no estuviera conectada perfectamente, acabaría por ceder y dispararse cada uno por sitios opuestos.
Has vivido en distintos lugares y has experimentado muchas realidades. ¿Cuánto de Manuel López Domínguez hay en el Manuel de «Villa Edén»?
Manuel es un personaje que curiosamente podía llamarse Luis, Ramón u otro nombre. Manuel no soy yo, aunque coincida mi nombre con el del personaje. En la novela quiero decir que los nombres no deben ser reales. Por ejemplo, Antonio Banderas, todos sabéis quién es este extraordinario actor malagueño y español. Aparece su nombre por ser de esta maravillosa urbe andaluza. Solamente me queda agradecer vuestra hospitalidad y vuestro tiempo, algo que en Villa Edén no lo necesitan.