- Tu obra “Lo que sí fue” aborda el viaje hacia la autenticidad y la lucha contra las presiones sociales. ¿Cómo surgió la idea de explorar este dilema en tu libro?
La idea de Lo que sí fue surgió de mis propias experiencias y de las de las personas que me rodearon hasta mis 23 años, está inspirado en todo lo que me ha atravesado pero desde la perspectiva de estos personajes únicos Noé, Ana y Sam. A menudo me he enfrentado a la tensión entre lo que se espera de mí y lo que realmente soy o quiero ser. Esta lucha por ser auténticos en un mundo que constantemente impone roles y expectativas me resultaba fascinante y dolorosa al mismo tiempo. Quise plasmarlo en esta novela, donde los personajes representan diferentes formas de enfrentar esas presiones sociales y personales. Es como que si hace cuatro años sin saber que estaba en el Espectro Autista, escribí un libro para sacarme esa máscara y hoy cuatro años después verlo materializado es un gran mensaje para mí misma para seguir viviendo mis pasiones sin sentirme mal por mis capacidades diferentes.
- Cada acto de “Lo que sí fue” presenta una perspectiva diferente. ¿Qué te llevó a dividir la historia en tres actos, y cómo decidiste cuál sería el enfoque de cada uno?
Dividir la historia en tres actos fue una forma de conectar tanto mi sabiduría sobre lenguaje cinematográfico con la experiencia cinematográfica de gran parte de mi generación. Cada personaje, con su propia lucha y proceso de transformación, merecía un espacio para desarrollarse completamente. Noé simboliza la confusión y el estancamiento, Ana representa la lucha contra las expectativas de género y la resiliencia, mientras que Sam encarna la rebeldía y la aceptación del fracaso como parte esencial del crecimiento. Quería que los lectores vivieran con cada une de elles ese viaje tan personal y universal a la vez.
- El tema de las máscaras sociales aparece de manera recurrente en tu obra. ¿Qué significado personal tiene para ti este concepto y cómo crees que impacta en nuestra vida cotidiana?
Las máscaras sociales son algo que todes llevamos, a veces sin siquiera darnos cuenta. Para mí esas máscaras representan una forma de protección pero también un obstáculo. Nos protegen del juicio externo, pero nos alejan de nuestra verdadera identidad. En la vida cotidiana, esas máscaras pueden generar una desconexión tanto con nosotres mismes como con les demás, y creo que quitárnoslas es un acto de valentía que nos permite vivir de manera más plena y genuina.
- Como comunicadora y artivista feminista, ¿cómo conectan tus experiencias profesionales y personales con los temas de género y libertad que exploras en tu libro?
Mi activismo feminista y mi trabajo en el arte siempre han estado centrados en la justicia social y en la búsqueda de la libertad personal. Estos valores son fundamentales en mi vida y en mi obra. Lo que sí fue está profundamente influenciada por mi compromiso con la lucha por la igualdad de género y los derechos de las minorías. Los personajes de Ana y Sam, por ejemplo, son manifestaciones de estas luchas, enfrentándose a la opresión y a la necesidad de redefinir sus identidades en un mundo que no siempre los acepta tal y como son. Hoy puedo decir que este libro también representa y está dirigido a las personas en el espectro autista nivel 1 con diagnóstico tardío como yo, para saber que no hay nada malo en nosotres, sólo nos hemos tenido que enmascarar muchísimo para funcionar en este sistema.
- La transformación y el fracaso son temas centrales en el tercer acto de tu obra. ¿Qué mensaje esperas que los lectores extraigan sobre el valor de aceptar el fracaso?
El fracaso es un tema central en el acto de Sam, y a través de él quiero transmitir que el fracaso no es un final, sino una parte vital del proceso de aprendizaje y crecimiento. Todes fallamos, y eso es lo que nos hace humanos. Espero que los lectores se lleven la idea de que el fracaso no debe ser motivo de vergüenza, sino un recordatorio de que estamos intentándolo, de que estamos vives, y que sólo así podemos alcanzar el éxito, en nuestros propios términos.
- Tu obra invita a los lectores a cuestionar sus propias máscaras. ¿Qué impacto esperas que tenga en quienes se enfrenten a estas reflexiones profundas?
Quiero que mis lectores se sientan conmovides, pero también desafiados. Espero que al enfrentarse a las reflexiones sobre sus propias máscaras, encuentren la valentía para quitárselas y mostrar su verdadero ser, aunque eso los haga vulnerables. Lo que sí fue es una invitación a aceptar que la vulnerabilidad es una fuerza poderosa que nos permite conectar profundamente con los demás y con nosotres mismes.
- Eres una autora comprometida con el transfeminismo, la ecología y el antirracismo. ¿De qué manera esos valores se filtran en “Lo que sí fue” y cómo afectan tu proceso creativo?
Mis valores están presentes en todo lo que hago. El transfeminismo, la naturaleza y el antirracismo no son sólo causas en las que creo, sino pilares fundamentales en mi vida diaria y en mi escritura. En Lo que sí fue, estos temas son parte de la esencia de los personajes y de la trama, que busca desafiar las normativas opresivas y crear una vida donde se pueda hablar de libertad, justicia y amor propio.
- Viendo la evolución de la literatura contemporánea, ¿cómo percibes que los temas sociales y políticos han cambiado o influido en la forma de narrar historias hoy en día?
La narrativa contemporánea ha evolucionado para reflejar mejor las complejidades sociales y políticas que vivimos hoy en día. Temas que antes eran considerados marginales, como la identidad de género, el antirracismo o el ecologismo, ahora están en el centro de muchas historias. Esto nos permite contar relatos más inclusivos, donde más personas pueden verse reflejadas y reconocidas. Creo que la literatura es un vehículo poderoso para el cambio social, en sí todo el arte siempre ha sido fundamental para la transformación social, se puede ver a lo largo de la historia.
- ¿Qué autores o libros han influido en tu visión artística y en la creación de “Lo que sí fue”? ¿Algún clásico que consideres indispensable para entender el poder transformador de la literatura?
Es difícil nombrar solo algunes, pero aunque pueda parecer sorprendente, Mary Shelley y su obra Frankenstein han sido una gran inspiración para mí. Shelley creó un personaje que lucha entre su naturaleza auténtica y las expectativas que la sociedad le impone, un dilema muy cercano al que exploro en Lo que sí fue. La criatura de Frankenstein, al igual que mis personajes, busca su lugar en un mundo que lo rechaza, lo que refleja la eterna lucha entre el yo interior y las presiones externas.
Además, autores como Goethe con Las penas del joven Werther y Fausto también han influido en mi visión. El tema de la pasión desenfrenada y la autodestrucción, así como la búsqueda de un propósito o de un pacto con une misme, resuenan en mi narrativa. Puedes ver conexiones hoy en día en cómo las personas aún buscan su sentido de pertenencia o se debaten entre lo que desean ser y lo que el mundo espera de ellas.
Esas obras clásicas capturan la complejidad humana que también busco reflejar en mi libro, donde el fracaso y la transformación no son sólo destinos inevitables, sino parte esencial del proceso de autodescubrimiento y autenticidad.