¿Qué le inspiró a escribir Ardid, y cómo surgieron las historias que componen este libro?
—Ardid es mi segundo libro de relatos. El primero representó un reto personal, siendo mi primer libro publicado y mi primer acercamiento al género. Tuvo una buena aceptación entre los lectores, y eso me motivó a darle continuidad, esta vez mimando aún más las historias. Poco a poco surgieron los temas, personajes y escenarios protagonistas, y fui dando forma a una narrativa que disfruté mucho durante su elaboración.
Los relatos de Ardid parecen invitar al lector a reflexionar y forjar sus propias conclusiones. ¿Es esa su intención como escritor: provocar la introspección?
—Más que introspección, diría participación. Busco que el lector se inmiscuya en la historia, que admire u odie a algún personaje, que dude sobre si uno de ellos es el héroe o el villano… o tal vez ambos. Me gusta que el lector se sienta absorbido por el relato. Cuando alguien me cuenta que casi se pasó de parada en el autobús por terminar un capítulo o que no pudo hacer otra cosa hasta acabar de leer, me siento enormemente satisfecho. Esa es mi verdadera intención.
En su obra destaca la mezcla de lo bucólico, lo tenebroso y lo contemporáneo. ¿Cómo logra equilibrar esos elementos tan distintos y qué mensaje desea transmitir con ello?
—Los escenarios de mis relatos reflejan la vida misma: a veces bucólica, otras oscura. Los escenarios cambian según el tema abordado, y trato de describirlos con fidelidad para que el lector visualice la trama. En mis historias no hay personajes totalmente buenos ni malos. El suspense es el elemento clave para mantener al lector involucrado hasta el final.
La intriga y la emoción son pilares fundamentales en Ardid. ¿Qué técnicas narrativas utiliza para mantener a los lectores en vilo?
—Prefiero que sea el propio lector quien opine, pero puedo adelantar que me esfuerzo en implicarlo directamente en cada relato. Uso pistas, algunas enredadas o confusas, para dirigir hacia un desenlace que puede parecer sencillo… o no. El suspense es el motor que mantiene viva cada historia.

Como amante de la literatura, ¿qué autores o libros han sido claves en su formación como escritor?
—He aprendido de muchos autores y géneros diversos. Por mencionar algunos, destacaría a Javier Sierra, Joël Dicker, Juan Gómez-Jurado, Dolores Redondo y Dan Brown por su habilidad para combinar suspense y temas profundos. También me han influido escritores como Charles Berlitz (El Triángulo de las Bermudas) o J.J. Benítez, con sus investigaciones en ufología. Si tuviera que hacer una lista de libros y autores que me han marcado, sería interminable.
¿Cómo percibe la evolución de la literatura de relatos en la actualidad? ¿Cree que este formato tiene más relevancia en un mundo de lecturas rápidas y fragmentadas?
—El relato corto tiene un público fiel y está ganando nuevos seguidores. Creo que la literatura actual está marcada por dos factores: el soporte (ya sea papel, e-book o plataformas digitales) y el lector. La lectura, al final, se divide en buena o mala, sin importar el formato. Aunque el relato corto tiene su espacio, lo esencial es que cada vez más personas lean, ya que eso sostiene el mundo de los libros.
¿Qué impacto cree que puede tener la literatura en la sociedad actual, en un contexto donde la inmediatez parece reinar sobre la reflexión?
—La sociedad necesita aprender a sustituir los discursos vacíos o agresivos por la claridad y serenidad que ofrecen los libros. La lectura aporta sosiego y reflexión, algo que ningún otro medio puede igualar. La literatura es un faro en medio del caos de la inmediatez.
Finalmente, ¿qué otros proyectos literarios tiene en mente tras el éxito de Ardid? ¿Seguirá explorando el suspense o tiene pensado aventurarse en otros géneros?
—Me apasiona el suspense, y seguiré explorándolo en combinación con otros temas que me interesan: misterios sin resolver, seres de ficción, ovnis o personajes con valores complejos. Cada relato estará marcado por los protagonistas y sus historias, pero el suspense será siempre el hilo conductor.