En ocasiones surge una autora capaz de tensar la frontera entre lo real y lo imaginado, de mezclar ternura y horror con una naturalidad inquietante. Esa autora es Esther Puertas, nacida en Etxebarri en 1980, profesora, pedagoga terapéutica y escritora que descubrió su vocación casi al tiempo que aprendía a leer. Tras cosechar premios en certámenes de relato corto, dio el salto a la novela con la contundencia de quien llevaba toda una vida preparándose en silencio.
Su estilo es directo, veloz, casi cinematográfico. Sus páginas se leen como si alguien hubiera pisado el acelerador y no soltara nunca el volante. Y en ese ritmo trepidante surge Bandada: el origen, la novela que la ha consolidado como una narradora atrevida, intuitiva y profundamente humana.
Una Navidad teñida de sangre
La obra se abre en la Clínica Mental de Zamudio, un 25 de diciembre que no huele a villancicos sino a cristal roto y a pánico. Maya, quince años, diagnosticada de esquizofrenia y en pleno ingreso psiquiátrico, se lanza al vacío atravesando una cristalera. Lo que sigue no es una escena: es un impacto.
El cuerpo de la adolescente aparece convertido en un mapa de fracturas. Una ambulancia corre contrarreloj hacia el hospital mientras la vida de la protagonista late en los márgenes. Y justo entonces aparece el primer giro: Maya está embarazada de mellizos. Cinco meses. Contra toda probabilidad, los bebés siguen vivos.
La revelación abre un abismo emocional y argumental que sostiene toda la novela: ¿cómo ha podido ocurrir? ¿Quiénes son los bebés? ¿Qué fuerzas —humanas o no— están actuando alrededor de la joven?
El lirismo de lo oscuro
Esther Puertas combina con maestría el brutal realismo médico con una atmósfera inquietante, casi sobrenatural. La vida de Maya parece perseguida por pájaros desde la infancia: los pinta, los oye, los siente. Cuando la familia descubre el embarazo, una bandada imposible sobrevuela el hospital en pleno invierno, un detalle que la autora introduce como un presagio.
Bandada: el origen se mueve así en una línea tenue entre la psicología y el misterio. Las dinámicas familiares —una madre perfeccionista, un padre incapaz de ver venir la tragedia, un entorno que no entiende— se mezclan con un elemento simbólico que late en el trasfondo: los pájaros que habitan la mente de Maya y la acompañan incluso en el silencio más profundo.
Un universo propio
La novela no solo explora un caso extremo de salud mental, maternidad adolescente y secretos familiares. También abre la puerta a un mundo literario cargado de tensión emocional y estética propia. Aquí no hay monstruos externos: los monstruos vienen de dentro, de lo no dicho, de las heridas heredadas, de los silencios que pesan más que las palabras.
Puertas bebe de los géneros que marcaron su adolescencia —el terror, el thriller, el misterio— y los reinterpreta con una sensibilidad contemporánea. El resultado es una lectura que inquieta, que emociona y que deja un eco largo, como el aleteo de algo que se mueve fuera de nuestro campo de visión.
Una narradora en plena ascensión
Con Bandada: el origen, Esther Puertas se confirma como una autora que no teme adentrarse en lo incómodo, en lo oscuro, en lo que otros callan. Su narrativa es visceral y a la vez poética. Cruda pero luminosa. Rápida, pero llena de matices.
Sus lectores —cada vez más numerosos— coinciden: una vez entras en su universo, es imposible salir sin llevarse algo de él. Quizá un estremecimiento. Quizá una pregunta. Quizá un pájaro.

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