Una entrevista con la autora de «La mística de la feminazidad», Frígida Khalvo

  • Tu formación y trayectoria son increíblemente amplias y diversas, desde las ciencias hasta las artes marciales. ¿Cómo influyen estas experiencias en tu escritura y en la perspectiva que ofreces en tu libro?

Durante toda mi vida he tenido que oír la típica frase de: quien mucho abarca, poco aprieta. Y puede que, en cierta medida, esa frase tenga algo de sentido. Pero el hecho de haber tocado tantas disciplinas y tan diferentes, me ha permitido tener una visión más global del ser humano. Al final, puedes extraer información de muchas disciplinas diferentes y aplicarla a una misma cuestión. Yo tengo la suerte de poder contar con información procedente de las ciencias naturales, la sociología, la psicología y la criminología y aplicarlo todo a entender mejor la conducta del ser humano.

  • A lo largo de tu vida, has sido una lectora ávida. ¿Hay algún autor o libro que haya marcado un antes y un después en tu visión del mundo?

Lamentablemente no puedo decir que haya algún libro o autor en concreto que haya marcado un antes y un después en mi visión del mundo. La mayor parte de mi biblioteca está formada por libros de texto de diferentes disciplinas. Si tuviera que mencionar alguno, posiblemente los primeros nombres que se me vienen a la cabeza serían Orwell y Desmond Morris. 

  • Tu obra desafía muchas de las ideas predominantes en la sociedad actual, en especial las del feminismo hegemónico y el activismo woke. ¿Qué te llevó a querer abordar estos temas y qué esperas que los lectores saquen de tu libro?

Desde hace unos años, estamos viendo como el mundo se resquebraja. Supongo que muchos nos imaginábamos el futuro como un lugar donde la tecnología, la ciencia, el conocimiento y el desarrollo serían algo predominante. Sin embargo, estamos viendo como las redes sociales están haciendo de esta una Sociedad más débil e inculta que nunca. Sencillamente, yo no estoy dispuesta a mirar para otro lado.

  • En “La mística de la feminazidad”, mencionas la importancia de la libertad de expresión. ¿Cómo percibes el estado actual de la libertad de expresión en la literatura y en los medios?

La libertad de expresión está en serio peligro. Estamos llegando a un punto en el que, ya no solo una parte de la población quiere cancelar duramente al resto, sino que nosotros mismos nos autoimponemos una fuerte censura. Los creadores de contenido tenemos que eliminar o censurar ciertas palabras para que no nos eliminen los vídeos en redes sociales o te impidan monetizarlos. Mucha gente tiene miedo de expresar sus verdaderas opiniones por la reacción que puedan tener las personas de su entorno. Incluso algunos se sienten culpables por pensar de esa forma y eso es un grave error. Si no somos capaces de expresar nuestro punto de vista y exponerlo frente a ideas opuestas, no tenemos ninguna opción de progresar.

La mística de la feminazidad. Obra de Frígida Khalvo.
  • Como escritora que critica ideologías dominantes, ¿has sentido alguna vez temor a la censura o la reacción negativa de ciertos grupos? ¿Cómo lidias con esto?

Nunca he tenido miedo a la reacción de la gente. Durante la mayor parte de mi vida, he tenido puntos de vista bastante transgresores, por lo que estoy acostumbrada a tener que defender ciertas ideas. Además, es más que conocido el hecho de que la gente suele tener una mala reacción ante ideas que confrontan de forma directa con sus propios ideales, de modo que no me sorprende el comportamiento de ciertos colectivos en ese sentido. Es lo que hay. En cualquier caso, mis acciones no pueden depender de las acciones de otros. No voy a dejar de expresarme y contar las cosas como son porque a otras personas pueda parecerles ofensivo.

  • Has trabajado en ámbitos muy variados, desde casinos hasta zoológicos, y ahora eres maquinista de tren. ¿De qué manera estas experiencias tan diferentes entre sí te han ayudado a comprender mejor la naturaleza humana y sus contradicciones?

He tenido la suerte de poder observar al ser humano en múltiples ambientes. Cuando has tenido que tratar con cientos, miles de personas te das cuenta de que, en el fondo, todos actuamos de la misma manera. Todos estamos convencidos de nuestra propia originalidad, pero somos poco conscientes de nuestros puntos en común. Resulta gracioso como tratamos de convencernos de que nosotros somos los “buenos” de nuestra historia mientras que los demás son los estúpidos que ignoran la verdad. Además, resulta especialmente interesante estudiar el hecho de cómo se estructuran los diferentes bandos teniendo en cuenta que, de base, todos queremos lo mismo.

  • La literatura ha evolucionado a lo largo de los siglos. Desde tu perspectiva como lectora y escritora, ¿cómo crees que ha cambiado la forma en que las personas se relacionan con los libros y las ideas que estos transmiten?

Aunque la literatura varía, los instintos humanos siguen intactos. A todos nos encanta escuchar (o leer) a otras personas que reafirman de forma constante nuestras propias ideas. Sencillamente, ahora hay muchas más opciones disponibles para seguir atrincherándonos en nuestros propios sesgos. La gente no suele comprar un libro que le obligue a salir de su zona de confort. Es por eso que se ha vuelto necesario crear secciones nuevas en las librerías para catalogar los libros, como la sección de libros LGTBI. Aquellos que siguen a pies juntillas las enseñanzas del colectivo, pueden encontrar reforzada su línea de pensamiento sin tener que realizar el terrible esfuerzo de esquivar los libros de biología. Ya te lo dan todo bien mascadito y ordenado en el lado izquierdo de la librería.

  • En tu libro hablas de la lógica y los argumentos frente al adoctrinamiento. ¿Crees que la literatura sigue siendo un espacio para la reflexión profunda, o se ha convertido en un campo más de batalla ideológica?

Creo que, al vivir en una sociedad tan polarizada, la gente ya no está tan centrada en el hecho de incitar a la reflexión como de llevar la razón. Todo esto se hace mucho más evidente en las redes sociales. En lugar de invitar al diálogo a otras personas y mantener una verdadera conversación en la que escuchar al otro y poner en duda tus propias ideas, nos dedicamos a buscar el zasca. Buscamos ese comentario que nos haga virales. Es probable que muchos libros busquen de verdad aportar argumentos válidos y respaldados por datos verídicos; pero seguramente muchos otros solo busquen seguir expandiendo esa forma de pensar que incita al odio.

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