- Irene, has creado un espacio propio con tu blog ‘A corazón abierto’ desde 2012. ¿Cómo ha evolucionado tu escritura desde entonces y qué influencia ha tenido tu blog en tu carrera literaria?
La creación del blog fue algo anecdótico, pues lo empecé a emplear como un salvoconducto, como un diario donde expresar mis preocupaciones como adolescente. Es divertido recordar cómo era entonces y lo mucho que el tiempo y la edad te va encauzando hacia algo mucho mejor de lo que imaginabas.
El fin que tiene el blog es que sea un portfolio, una presentación progresiva de mi trabajo como escritora. Al principio escribía en prosa, pero poco a poco la poesía fue inundando todo el papel digital. Por eso, aconsejo escribir mucho para volver a reescribir, tachar, modificar y revisar todo aquello que plasmes sobre el papel.
- Estudiaste Literatura General y Comparada, y luego realizaste un máster en Escritura Creativa. ¿Cómo crees que estos estudios han moldeado tu estilo y enfoque como escritora?
Desde que empecé a leer poesía y teatro en tercero de carrera, me atreví a dejar crecer la creatividad. Además, tuve dos profesores muy buenos, sobre todo, María Nieves Martínez de Olcoz quien me instaló esa semilla que tiene la escritura teatral y Francisco Ávila quien me mostró la hermosura del primer poema del que me enamoré. Este poema fue La luna es una ausencia de Vicente Aleixandre, siendo este uno de mis poetas favoritos. Gracias a las lecturas que he realizado en poesía y teatro a lo largo de este periodo universitario me han proporcionado una visión poética.
Sin ninguna duda, irse a vivir un año fuera supuso un cambio para mí. Las amistades con otras personas que fueran y tuvieran inquietudes artísticas como yo consiguen afianzar relaciones que sean de por vida. Ambos elementos influyeron en mí de manera positiva. Fue un periodo de crecimiento en todos los aspectos. En el ámbito poético, pude introducirme en aspectos más formales de la poesía. Allí tuve a Carlos Fernando Peinado y a Manuel Ángel Vazquez Medel quienes me enseñaron las posibilidades que tienen las imágenes en los textos poéticos. Antonio Molina Flores fue mi tutor en la elaboración del TFM y como editor me dio numerosos consejos, sobre todo, me dio un apoyo incondicional. Escogí este máster por tener la capacidad de abordar los tres géneros (narrativa, poesía y teatro). Allí pude experimentar más con la palabra, dejar que esta me trasmitiera su poder. Fue entonces cuando comencé a leer más a los clásicos, siendo más consciente de nuestras raíces. Me otorgué el regalo de hacerme con una primera edición de Tres lecciones de tinieblas de José Ángel Valente quien me impresionó por fusionar la pintura con la palabra, sin duda, es algo que tengo como futuro proyecto.
- En tu labor como profesora y coordinadora del Bachillerato de Artes Escénicas, has dirigido varios montajes teatrales. ¿Cómo influye esta experiencia teatral en tu manera de escribir poesía?
Me he dado cuenta de que a los adolescentes les da mucha pereza ponerse a leer, debido a este contexto en el que vivimos de sobreestimulación, ellos no pueden experimentar el placer de leer. Por eso, les proporciono una experiencia literaria a través de tertulias en las que todos nos juntamos para leer, comer y comentar lo que hemos visto en el libro. Este espacio de escucha permite que ellos se expresen y a través de la escucha activa en el otro llegan a aclarar sus dudas. Además, realizo varios montajes teatrales que abarcan desde la lectura y adaptación del texto hasta la representación final donde abordamos el tema del maquillaje, el vestuario y la escenografía. Les hago protagonistas de estos procesos para que puedan crear y experimentar el poder de la literatura. En los últimos años, he montado con los alumnos El enfermo imaginario, Toc-Toc, La estanquera de Vallecas, El Zoo de Cristal y La importancia de llamarse Ernesto. Estos procesos les permiten desarrollar la creatividad, pues vivimos en una época en que aburrirse ya no es posible. Creo que debemos recuperar esto, sobre todo, porque el futuro está lleno de esperanza.
- ‘Cuerpos de vidrio’ trata temas profundos como la infancia, la emigración y la búsqueda de identidad. ¿Qué te inspiró a abordar estos temas en tu poemario y cómo fue el proceso creativo detrás de ellos?
Estos temas me han ayudado a reflexionar y a contemplar el mundo que nos rodea. Desde el momento en que el poemario estaba elaborándose, las noticias que por entonces más se comentaban era sobre los refugiados, en ese momento recuerdo que el Ayuntamiento de Madrid colgó un cartel que decía: Welcome, Refugees. Esa frase me inspiró para escribir. Empecé a imaginar una masa de gente árabe y con sus pertenencias atravesando la Gran Vía y en dirección hacia el Ayuntamiento. ¿Qué sería lo primero que pensarían esas personas? ¿Quiénes les acogerían? ¿La gente de la calle que viera la escena sacaría el móvil para grabar la escena y se quedaría bloqueada viendo el panorama o iría a ayudarles y a invitarles a sus casas? Creo que todo el poemario procede de esa imagen.
Después el proceso de escritura, ha estado enriquecido por fotografías y personas que trabajan con personas refugiadas y que residen en nuestro país. Nunca pude hablar con estas personas debido a la situación del coronavirus, pero visualicé documentales, fotografías, testimonios… Para empaparme de sus experiencias y que nos ayudara a reflexionar acerca del mundo en el que vivimos y que podemos esperar a tener otro mundo posible.
- Tu trabajo en recitales de poesía y proyectos teatrales de investigación dramatúrgica demuestra una fuerte conexión con el arte en vivo. ¿Cómo crees que esta conexión se refleja en tus poemas y en ‘Cuerpos de vidrio’ en particular?
He ido aprendiendo la potencia que tienen las imágenes. Vivimos en un mundo que se está construyendo sobre la imagen, las redes sociales están elaboradas de este modo y los retratos antiguos ya eran imágenes idealizadas de sus protagonistas. El arte siempre está vivo, pero en las artes escénicas todo sucede de manera efímera y nada vuelve a suceder del mismo modo. El arte siempre cambia y si es bueno, aporta a lo largo del tiempo nuevas lecturas. Eso es lo que Cuerpos de vidrio ha querido ser, solo los lectores podrán decir si eso ha sido posible. Como autora de mi primer poemario, puedo decir y reconocer que todavía me queda tanto por saber y aprender a plasmar en el papel.
He tenido hace poco esa revelación, porque tuve el placer de asistir a unos talleres artísticos organizados por la Fundación Vía del Arte, cuya jornada recibe el nombre de El Observatorio de lo Invisible. Tuve la gran oportunidad de participar en el taller de Performance que lideraba Ernesto Artillo junto con otras compañeras y compañeros para tratar el tema de la transparencia. Es curioso como el tiempo ha hecho coincidir el poemario con el tema del vidrio de por medio junto con la transparencia. Estos talleres han estado protagonizados por dos performances. La primera consistía en demostrar el alcance de lo pequeño, como decía Ernesto, y transformarlo hacia lo más visible. Esto ha sido posible por la colaboración que hemos tenido entre todas, ha sido una experiencia inolvidable y que a mí me ha afectado y me va a dar muchos frutos en mi futuro. Con esa muestra construimos imágenes estéticas, creamos un campo sonoro y se trasmitió un mensaje de fortaleza, de esperanza y de unión. Nos ha proporcionado una visión más clara frente al mundo circundante. ¡Una maravilla! A la vez, pude coincidir con Jesús Cotta Lobato y leer algunos de sus poemas. Entonces me di cuenta de lo lejos que todavía estoy de tener ese control de la palabra y emplear las imágenes poéticas como girasoles que inspiran a la luz. Sin duda, el poder empaparse de otros ayuda a escribir, ayuda a vivir y a contemplar el mundo de un modo más perfecto.
- En tu opinión, ¿cuál es el impacto de la literatura en la sociedad contemporánea? ¿Crees que la poesía puede ser un vehículo para el cambio social?
Barthes trató ya sobre el impacto en la sociedad a través de la literatura en El grado cero de la escritura. Es importante que seamos conscientes de que dejamos posos a nuestro alrededor. Desde mi perspectiva, no espero que mis poemas sean un legado o algo con lo que recordarme. Hay acciones que van más allá del papel, la literatura es solo un medio para alcanzar el fin. No creo que la poesía pueda cambiar el mundo, pero las personas que acceden a la literatura pueden poner su voluntad e inteligencia al servicio del amor, de la esperanza y de la alteridad. La literatura solo les abre la puerta a lo que puede llegar a ser posible.
- ¿Puedes compartir con nosotros algún autor o libro que haya marcado significativamente tu vida y tu carrera literaria?
Son unos cuantos los poetas y las poetas que me han influido. Vicente Aleixandre y su obra La destrucción o el amor supusieron para mí el inicio en la poesía. Después de eso, pude devorar otros libros como Historia del corazón y Poemas de la consumación. Debo mencionar a Luis Cernuda y a Alda Merini que es una poeta que me conquistó con su poemario Cuerpo de amor. Ida Vitale me pareció extraordinaria en Mella y Criba. Leí también a poetas clásicos como Garcilaso de la Vega y Lope de Vega. También leo a autores contemporáneos como Raquel Lanseros y Marina Carretero Gómez. Aún me quedan muchos por leer y disfrutar.
- Finalmente, ¿qué mensaje esperas que los lectores se lleven al terminar ‘Cuerpos de vidrio’? ¿Hay algún aspecto particular de tu obra que te gustaría que ellos apreciaran especialmente?
El lector leerá la obra y si se ha empapado de ello recibirá la gran apertura y cercanía a la verdad, pues los poetas somos hacedores, somos maestros que contemplan la belleza en lugares inesperados. Ojalá los lectores después de leer poesía sonrieran y quisieran ser también poetas. Desearía que apreciaran el cuidado que hay en la elección de cada palabra y el recorrido que hay entre los protagonistas del poemario, y que se pregunten acerca de ellos.